Entrevista a Julika Prinz: Becaria alemana del DAAD que estudia en Bogotá
¿Cómo decides hacer tu Maestría a la Universidad Nacional de Colombia?
La primera vez que estuve en Bogotá fue en agosto de 2022, cuando decidí embarcarme en un semestre de intercambio académico desde la TU Dresden hasta la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). El intercambio inicialmente estaba programado para el 2020, pero la pandemia canceló todo.
Me gustó la riqueza de la cultura académica en Colombia, especialmente por la dinámica interacción entre profesores y estudiantes, y por la oportunidad de participar en proyectos con enfoque investigativo. A diferencia de la experiencia en mi universidad en Alemania, donde predomina lo teórico, aquí encontré una mayor conexión entre la teoría y la práctica. También me gustó la diversidad cultural de la UNAL y de Colombia en general. ¡Sin duda quería volver!
¿Cómo fue el proceso para escoger tu programa de estudios?
En mi carrera de Ingeniería siempre sentí que faltaba integrar el impacto social de la tecnología. Pensé que me gustaría tomar cursos de Filosofía o Sociología para entender esa parte. Busqué programas orientados a estos en la UNAL porque la conocía, y porque me gustó el ambiente de la universidad pública. Ahí encontré la Maestría en Estudios Sociales de la Ciencia, donde se analiza la ciencia y el desarrollo tecnológico desde una perspectiva sociológica. Es un programa interdisciplinario con estudiantes de áreas como Química, Psicología, Lingüística, Ciencias Políticas. Esa diversidad enriquece mucho las discusiones en clase y el aprendizaje.
¿De dónde viene el interés de integrar lo social al trabajo científico?
Creo que de mi familia, en casa siempre se habla de temas sociales y políticos. También recuerdo cuando en la escuela, esto va a sonar raro (risas) leímos Homo Faber de Max Fisch. Es un libro de mediados del siglo XX, muy polémico desde nuestra perspectiva actual, pero por alguna razón la figura de ese ingeniero técnico me hizo pensar en la conexión entre el trabajo en ingeniería y el impacto social que genera. Y pensé que me gustaría hacer algo así.
¿Cómo fue el proceso de postulación al DAAD y qué papel desempeñó en tu decisión?
La postulación fue un desafío, especialmente porque coincidió con la recta final de mi tesis de grado en Alemania. Ya conocía el DAAD por stands de ferias y decidí explorar sus programas de becas para estudios en el extranjero. Aunque fue una carrera contrarreloj, aproveché la oportunidad y me postulé en el último momento. La respuesta fue rápida y afortunadamente positiva. Me siento muy privilegiada.
¿Cuáles han sido algunos de los grandes retos que has encontrado en tu experiencia académica?
Tener que leer y escribir en español académico. Eso ha sido muy retador. A nivel social no ha sido tan fácil encontrar nuevos amigos. La mayoría de mis compañeros trabajan de tiempo completo, por lo que no hay muchas oportunidades de compartir juntos fuera del horario de clase.
¿La gente no estudia y trabaja en Alemania?
Sí es común trabajar durante los estudios, pero como estudiante puedes trabajar máximo 20 horas por semana. Existen programas de MBA, justamente para personas que trabajan, los cuales duran solamente un año y se pueden cursar los fines de semana. Suelen ser costosos. Creo que en Colombia las Maestrías están pensadas para ser de tiempo completo y sabiendo que la mayoría está trabajando.
¿Qué le dirías a quienes se sorprenden de tu decisión de venir desde Alemania a estudiar a Colombia?
Les diría que no subestimen sus países y que tienen una academia muy buena en Colombia y en Latinoamérica. Sin importar el país al que uno vaya, diría que siempre es una oportunidad. Quizás no es para todo el mundo, pero pienso que del intento uno siempre aprende. A uno se le rompe un poco el corazón, pero también con el tiempo se encuentra un nuevo hogar y nuevas amistades que hacen la vida mucho más rica. Tampoco hay que tener una mirada ingenua; sí hay un choque cultural y sí es difícil, especialmente al inicio.
Muchas de esas personas le temen al idioma alemán, ¿qué les dirías?
¡Uff, que lo entiendo! Vivir en Alemania hablando solamente inglés puede funcionar, sobre todo en las ciudades más grandes. Pero yo diría que la experiencia es mucho más enriquecedora si hablas el idioma, porque así llegas a la gente, a su cultura, a cómo piensan. El alemán también es chévere porque se pueden construir palabras que en español serían toda una frase. Entiendo que no es el idioma más fácil del mundo, pero creo que puede llegar a gustarles.
¿Cómo describirías el impacto más positivo y negativo que ha tenido tu experiencia en Colombia hasta ahora?
Quizás el reto más grande y al mismo tiempo lo mejor de esta experiencia ha sido cuestionar mis propios estándares y aprender a apreciar diferentes formas de pensar y vivir. En cuanto a lo negativo, pienso en la sensación de inseguridad, caminar menos tranquila por la calle, con temor y sospecha, eso no me gusta.
¿Consideraste venir a trabajar en lugar de estudiar?
Sí pensé en trabajar o hacer una pasantía. Pero me pareció difícil entrar en un mercado laboral que no conozco. Recibí información y asesoría de una entidad del gobierno alemán dedicada a orientar a alemanes que quieren ir a trabajar en el extranjero. Pero al final pensé que no es lo que busco en este momento.
¿Qué extrañas de tu vida en Alemania?
Mis amigos y mi familia. A veces el pan (risas). Y a veces también extraño armar un plan de fin de semana con un mes de anticipación y que sí suceda. A veces extraño sentir esa especie de certeza en la vida.
¿Te planteas vivir a largo plazo en Colombia o en América Latina?
Me encanta la naturaleza, la cultura y la calidez de la gente en Colombia, así que sí me imagino vivir aquí por un tiempo considerable. Sin embargo, también extraño a mi familia y amigos en Alemania, así que aún no tengo una decisión definitiva al respecto.